jueves, 8 de septiembre de 2016

El Producto Maravilla


Antes de poder sentarme en mi lugar para empezar bien el día trabajando, recuerdo que debo de asistir a la presentación de un producto. No soy de los primeros en llegar, pero llego justo a tiempo. No falta la plática con los colegas mientras llegan los proveedores, disparando un par de bromas durante la charla para suavizar el ambiente.


No es raro que los proveedores lleguen tarde a las juntas, casi siempre ponen como pretexto el “tráfico de la ciudad”, como si fueran extranjeros y por eso no saben del caos citadino y claro, por lo tanto calculan mal sus tiempos. Así es que la espera es de 10, 15 minutos.


Por fin llegan los proveedores. ¿Dónde puedo conectar mi laptop al cañón?”, empiezan diciendo mientras uno les señala el cable del proyector. “¡Ah sí! Buenos días, perdón, cómo están? Qué gusto”, continúan diciendo y uno amablemente les devuelve el saludo.


Y claro, no podían faltar las disculpas por la tardanza: “Es el tráfico, ya saben.” Y uno asienta con la cabeza como diciendo “Sí, lo sé, entiendo”. Pues ya qué.

Mientras prende la laptop del proveedor, aparecen entremezclados momentos incómodos de silencio, donde todos nos vemos unos a los otros. Alguien rompe el disgusto y habla del partido de ayer. Por fin enciende la laptop y disparan PowerPoint.


“Les vamos a mostrar un producto innovador, algo realmente nuevo que no han visto jamás”. Empiezan las diapositivas de la presentación y ¡oh sorpresa! Inician hablando de la relevancia de la empresa con el típico “¿Quiénes somos?”. Diez o quince minutos aprendiendo del fabricante del producto.

Bla, bla, bla. Me aburre. Muchos premios, muchos clientes ultra importantes como agencias de tres letras. Una sinfonía de maravillas. “¿Bueno, y qué hace el producto innovador?”, piensa uno. Sigue siendo un misterio.


Pasan a la diapositiva 21…creo que por fin hablarán del producto. Uy no. Ahora toca el turno de “la importancia de la seguridad informática para las empresas”.

Y no puede faltar la explicación de lo que es confidencialidad, integridad y disponibilidad. Como si no lo hubiera visto mil veces. Pues esta es la 1001. Seguido de por qué una empresa debe de atender los asuntos de ciberseguridad, y chorro-mil estadísticas de ataques informáticos alrededor del mundo y cientos de consecuencias negativas. Me aburre más, necesito café.


Ya han pasado casi 30 minutos. Todavía no sé qué hace ese producto maravilla. Veo caras de mis colegas de tipo “No pienso darles más de la hora asignada”; ¿Mmhh, o de hecho soy yo el único quien tiene esa cara? En fin. Y de pronto: habemus producto.

¡Empiezan a hablar de lo único interesante! Inician con la arquitectura del producto dentro de la infraestructura de TI. Para variar, la solución necesita un agente, un software instalado en cada una de las PC. Típico.

Otro agente más que debe ser instalado y mantenido en cada una de las computadoras; y pregunto de inmediato: “Y no pasa que luego de un par de meses, los agentes empiezan a desconectarse y esto es una pesadilla porque la consola central no los ve y no los puede administrar?” La respuesta llega en automático: “Claro que no, eso no le pasa a este producto, vaya pregunta”.


“Ajá, claro”, pienso yo. Y sigue la charla de cómo un agente establece comunicación con la consola central y cómo puedes hacer reportes con todo tipo de gráficas.


“Un momento”, interrumpe un colega. “Faltan 10 minutos para que acabe la sesión y todavía no sabemos qué hace el producto”. Yo río internamente, tiene mucha razón. Están por terminar y nadie todavía sabe qué hace ni cómo nos puede ayudar: han tenido la habilidad para hablar mucho y no decir nada.

Así es que por fin dejan de ver la pantalla con el PowerPoint, toman asiento, nos ven a la cara y hablan del producto.


“Detecta virus como ningún otro producto lo ha hecho”. Y uno piensa “Wow, tanto espectáculo para hablar de un vil antivirus?” Empiezan a hablar maravillas y de cómo apoya la misión y visión de toda empresa. De cómo los jefes nos felicitarán por la buena compra. Y que no hemos visto nada igual. Pero que no nos confundamos, porque este no es cualquier antivirus, y que de hecho es un grave error llamarlo antivirus porque es un “advanced APT detector” o ADD.  

Claro, no podía faltar el término obscuro en inglés para tratar de impresionar. Aquí puse el ejemplo de un supuesto antivirus, pero realmente pueden sustituirlo por cualquier otra herramienta de seguridad informática: firewall, IDS, etc.


Acaba el tiempo.  “¿Conclusiones?”, pide uno como cliente ya para dar por terminada la junta. Vomitan más adjetivos deslumbrantes del producto. Y yo pregunto: ¿Podemos hacer una demo, aquí en producción?” Al menos la respuesta es afirmativa.


Y resulta que después de varias semanas de armar un laboratorio donde probarán sus juguetes, sale el cobre: a final de cuentas no era un producto innovador. Ni avanzado en nada.

De hecho su consola está verde. Y el software presenta varias fallas. “Eso lo podemos arreglar de inmediato”, contestan, y uno piensa “¿Pues que no debería de servir ya a la primera si tan bueno es”?


En las presentaciones en PowerPoint todo es hermoso y funciona a la perfección. Las gráficas deslumbran y las animaciones cautivan.

La dama de ventas que asiste a la junta convence con su pura presencia. Hasta dan ganas de firmar y comprar ahí mismo; no hay lugar para esperar.

Pero como todo producto, hay que probarlo. Y no en un ambiente controlado, sino en “la vida real” donde lo enfrentaremos a los retos cotidianos y a la convivencia con otros productos de TI y claro, a los usuarios.

Ese es mi consejo: que un producto visto en PowerPoint pase la prueba del añejo instalándolo en computadoras e infraestructura de la propia empresa y que demuestre de qué está hecho.

Y por cierto, ya no recuerdo el último producto innovador y maravilloso que realmente fue así en la vida real, creo que fue de hecho hace ya varios años…

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