jueves, 11 de junio de 2009

Subirse a la nube...o quedarse en la tierra.

El tema de hoy es el llamado "cloud computing" o cómputo en la nube; es el concepto de novedad (aunque en realidad no lo es) que pareciera todos quieren ofrecer como servicio y que por otro lado muchos están tentados a usar. Ni hablar de las PyME, a las cuales les puede parecer una oferta atractiva y suficientemente confiable…y la es?

 

En primera, el concepto de la "nube" desde mi punto de vista no es algo nuevo, es lo que se tenía allá por los años sesenta con el cómputo de tiempo compartido o lo que después vino que fueron las terminales tontas. La idea era la misma de la nube: hay un lugar por ahí perdido en algún centro (o centros) de cómputo donde se almacenan los datos y aplicaciones; las terminales tontas con poca capacidad y desempeño realmente son esclavas de un maestro mayor y tienen lo básico para operar; la "galleta" está en otra parte.

 

Ahora nos vienen a decir que subamos nuestros datos en la nube, y que nos olvidemos de las costosas licencias de las aplicaciones y del costo de mantener los datos. Para una PyME, se podría pensar en tener GMail, totalmente gratuito, con revisión de antivirus y controles antispam. ¿La hoja de cálculo cuyas tablas contienen los datos de los clientes? En Google Docs. ¿La propuesta económica que se va a presentar en la licitación? Está arriba en la nube.

 

Pienso que la decisión de subir a la nube o quedarse “en tierra” es finalmente una cuestión de confianza principalmente. Por años y durante la era de la computadora personal, hemos confiado en los fabricantes de sistemas operativos, de aplicaciones y de hardware para que no implanten puertas traseras que nos roben información, confiamos en que el software y hardware no actuará deliberadamente contra nosotros…porque no creemos que sus creadores hayan hecho algo mal intencionado. Confiamos en sus decisiones al diseñar y codificar los productos que adquirimos y bueno, las fallas de seguridad confiamos que no se hicieron deliberadamente.

 

¿Subirse a la nube? Debemos confiar en que nuestros datos estarán protegidos allá arriba, que no se perderán, que no se compartirán que no se alterarán y que tendremos acceso a  los datos cuando así lo deseemos. También confiamos en que no nos obligarán a pagar después por los servicios de la nube o si es el caso, que mantendrán sus precios. En el esquema de la PC, debimos confiar en los fabricantes de software/hardware, ahora debemos confiar en los dueños de esa nube.

 

Algunas consideraciones alrededor de la confianza cuando decidimos poner los datos en la nube:

 

+ Confianza en que el dueño de la nube no cerrará de pronto sus puertas porque "quebró". Y que se lleve nuestros datos “entre las patas”.

 

+ Confianza en que el dueño de la nube no venderá el "changarro" a una entidad no deseada por alguna razón como lo pudiera ser que no tenga suficientes recursos económicos para mantener la nube,  porque es nuestro competidor o porque cambiará las políticas/reglas.

 

+ Confianza en que no cobrará por los servicios o que aumentará los precios en un futuro...y que “por supuesto” no nos dirá: pagas o adiós a tus datos.

 

+ Confianza en un nivel de servicio adecuado, que se traduce en la solución a problemas técnicos o de otra índole: ¿Mi contraseña ya no es válida de pronto? ¿No encuentro un archivo que debería de estar ahí? ¿Se cayó el servicio de correo y me urge recibir un dato?

 

+ Confianza en el esquema de seguridad de la nube para que un intruso no le haga hacking y realice una acción maliciosa. El dueño de la nube tiene esquemas de respaldo, de continuidad de negocio y de seguridad perimetral, cierto?

 

+ Confianza en que los empleados que administran la nube serán éticos en el uso de los datos que ahí se manejan (independientemente de las políticas de la empresa que bien un empleado puede decidir ignorar). ¿Un famoso que intercambia correos con una amante puede ser chantajeado por un empleado de la nube que tiene acceso a todos sus correos?

 

Finalmente, algunos de los riesgos de la nube se pueden ver también a cierta escala en “la tierra”: un administrador del servidor de correo tiene acceso a todos los correos; una empresa puede fallar en sus esquemas de seguridad; y sobre todo dejando de lado los riesgos, hablemos del costo de usar la nube que bien puede disminuir de manera importante si se compara con tener una infraestructura propia.

 

¿Mi opinión? No usar la nube para cuestiones empresariales y sí para cuestiones más "mundanas" o sin demasiada importancia (me enojaría que inhabilitaran mi cuenta personal de GMail, pero no me quitaría el sueño). Es mucha la confianza que se debe de depositar en un tercero y básicamente se debe esperar que pase lo mejor. Simplemente pensemos: el servicio de soporte del dueño de la nube será el adecuado cuando sabemos tiene a cientos o miles de clientes? ¿Y si el servicio de la nube es gratuito, tendremos derecho a quejarnos y atenderán nuestras insatisfacciones? Sin embargo, usar o no la nube tiene sus pros y contras, y la pregunta es: en qué esquema confiamos más? No hay una respuesta correcta e incorrecta, pero si apostamos al caballo perdedor, estaremos en problemas. ¿Por cuál esquema apuesta usted?

 

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